
¡El campeón del fraude! El día en que la UCI supo que Armstrong se dopaba
En el ocaso de su carrera, el ex ciclista estadounidense Lance Armstrong confesó que consumió EPO y testosterona y se practicó transfusiones de sangre para ganar los siete Tours de Francia que posteriormente le quitó la UCI.
Más de 1.000 folios con pruebas de acusación, 26 testimonios en contra, datos científicos, informes de análisis de laboratorio, registros de pago y correos electrónicos fueron suficientes para destapar la “olla” del dopaje más sofisticado en la historia del ciclismo mundial.
El jinete tejano, quien inició su carrera en 1992 y que se mantuvo activo en el lote durante 20 años, logró pasar en limpio más de 500 controles antidopaje y saborear las mieles del éxito gracias al registro histórico de siete consagraciones consecutivas en la carrera más importante y exigente del planeta: el Tour de France.
Con sus manos señala los siete títulos de la «Grande Boucle»
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El jovencito gringo de apenas 22 años en 1993 estuvo a punto de abandonar su cicla por un cáncer testicular que le fue detectado. Pero le ganó la carrera al cáncer y tras una operación en la que le extirparon un testículo volvió a las pistas más fuerte para lograr lo que nunca ningún ciclista en la historia había hecho: ponerse el jersey amarillo de campeón del Tour en siete ocasiones en línea (de 1999 a 2005).
Sin embargo, el brillante imperio que alzó el estadounidense durante las dos décadas que estuvo en el World Tour se iría al piso en tan solo una semana. En octubre de 2012 los rumores sobre el supuesto “coctel” de doping que tomaba Armstrong para engañar al ciclismo fueron confirmados.
La oficina antidopaje de los Estados Unidos (USADA), emitió los resultados de un informe de investigación que señalaba a Lance Armstrong y a su equipo, el US Postal, de haber puesto en marcha el programa de dopaje más sofisticado y exitoso en la historia del deporte.
500 controles antidopaje y todos en limpio
Las contundentes pruebas presentadas por la USADA fueron avaladas por la Unión Ciclística Internacional (UCI) quien no dudó dos veces en emitir un histórico fallo. La máxima autoridad del ciclismo mundial, encabezada por Pat McQuaid en aquel entonces, decidió suspender de por vida al ex ciclista estadounidense.
La decisión se tomó conforme a los más de 1,000 folios probatorios que reposaban en los archivos del ente acusador, los informes de análisis de laboratorio, los registros de pago y correos electrónicos. Sin embargo, ninguna prueba fue tan contundente como los 26 testimonios que sacaron a la luz la mayor trama de dopaje que jamás se haya visto en el pelotón.
Los relatos emitidos por los 26 testigos, entre ellos 15 ciclistas y 11 ex compañeros de Armstrong en el US Postal (Frankie Andreu, Michael Barry, Tom Danielson, Tyler Hamilton, George Hincapie, Floyd Landis, Levi Leipheimer, Stephen Swart, Christian Vande Velde, Jonathan Vaughters y David Zabriskie), bastaron para confirmar lo que ya muchos sospechaban.
Con la «soga al cuello», así quedó Lance tras revelarse las pruebas en su contra
En los testimonios, que quedaron constatados en más de 200 páginas, los ex compañeros del jinete rompieron el silencio y detallaron aspectos bochornosos de la carrera del estadounidense.
Ellos mismos indicaron que mientras Lance se dopaba animaba a otros compañeros a ingerir sustancias prohibidas antes de las competencias. De igual forma, denunciaron la presencia de un motociclista cómplice conocido con el apodo de “Motoman”, que se encargaba de seguir la carrera y suministrarle EPO (sustancia que estimula la producción de glóbulos rojos en la médula ósea para mejorar el rendimiento) a Armstrong, Tyler Hamilton y Kevin Livingstone.
Los estremecedores relatos no terminan allí. Los informantes le contaron a los investigadores que en pleno marco de la Vuelta a España de 1998 el ex ciclista tejano no tenía problema en inyectarse frente a su ex compañero de equipo en el US Postal, Jonathan Vaughters.
Dos viejos amigos del World Tour en el verano de 1998

Vaughters y Armstrong juntos un año antes del primer título del Tour del tejano. Imagen: cyclingnews
Fue el mismo Vaughters quien admitió en octubre de 2012 que Armstrong sí se dopaba antes de las carreras y que incluso algunos entrenadores y jefes suyos en la escuadra estadounidense le decían que no conseguiría el “cien por cien” a menos de que cometiera fraude o se dopara.
A raíz de estos testimonios la USADA compiló las declaraciones en los folios y entregó los respectivos informes a la UCI quien se encargó de validar la veracidad de los documentos y hacer lo que una organización seria haría en estos casos: sancionar a perpetuidad a Lance Armstrong sin posibilidad de apelar ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo y despojarlo de las siete copas del Tour de France obtenidas de manera ilícita entre 1999 y 2005.
La “olla” podrida se destapó y con Armstrong corrió toda el agua sucia. En el proceso de acusación también fueron sancionados a perpetuidad el médico Luis García del Moral, el preparador físico José Martí y el doctor italiano Michele Ferrari, quienes fueron acusados por la USADA de haber orquestado la trama de dopaje más profesional y sofisticada que haya conocido el deporte.
El jinete gringo salió por la puerta de atrás en medio de los escándalos

Al ciclista le resultó otra demanda perdida y deberá pagar 5 millones de euros al Servicio Postal de EE. UU. Imagen: AFP
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El talentoso niño, al que el cáncer casi lo aleja de las carreteras, era un impostor. “La Lanza”, como era apodado el ex ciclista tejano de 47 años, había engañado al ciclismo, a la UCI, a los aficionados, a él mismo…
Él y su equipo levantaron un imperio en medio de mentiras, irregularidades y abusos. Habían logrado lo que es, hasta ahora, humanamente imposible: pasearse siete veces seguidas por el Arco del Triunfo de París luciendo el maillot amarillo de campeón del Tour.
Lance Armstrong es el campeón del fraude y sus actos quedarán enmarcados en la historia como un falso heroísmo.