
En su debut en una gran vuelta, corona un excepcional trabajo del Quick Step
Hace apenas dos años el mundo del ciclismo de ruta internacional comenzó a conocerlo. Venía de la pista; el mismo deporte, pero de la otra parte del mismo deporte. La historia de su palmarés dice que Fernando Gaviria se estrenó en la victoria en la carrera de más al sur de Sudamérica, el Tour de San Luis. Y ahora también dirá que en el tercer día de su debut en una de las grandes de tres semanas –El Giro– logró su primer victoria. Su talento natural no había pasado inadvertido para el Quick Step, equipo armado preponderantemente con hombres fuertes de un día, hombres de clásicas y remates que mantienen la genética belga de la formación. También llegó al equipo otro sudamericano, argentino de familia con estirpe ciclística: Maximiliano Richeze. Una apuesta de renovación y continuidad del equipo para el futuro cercano con la incorporación del hoy por hoy considerado mejor lanzador del ciclismo profesional.
Por si fuera poco, el Quick Step montó en la tercera tapa del Giro del Centenario una de esas demostraciones de inteligencia táctica, talento planificador y aprovechamiento de las circunstancias -el viento en este caso- que quedan en el recuerdo.
Esta victoria comenzó a gestarse el sábado, cuando André Greipel batió a Fernando Gaviria y a otros en el sprint de la segunda etapa. Fernando Siguió la rueda de Greipel en vez de la de Maxi Richeze. Era la buena, parecía. Atacó un poco apresuradamente, nos pareció; tanto que el gorila alemán midió el ataque y contragolpeó en el momento justo para dejar sin chance a los demás. En esto le ayudó su experiencia, pero además mostró el excelente estado de forma en que llegó a esta primera semana del Giro.
En la previa de la tercera etapa en el Quick Step se analizó todo: longitud de la etapa, altimetría, rotonda antes de la meta, y la posibilidad de una jornada ventosa…hay que aprovechar el clima…!, habrán pensado. Para ejecutar el plan -y a Greipel- había que estar por delante en los últimos veinte kilómetros. La televisión mostraba que el plan se cumplía, los hombres de azul celeste metían cuneta en un abanico perfectamente armado. En un momento eras seis Quick, mientras Greipel para su desgracia se rozaba con Nízolo cuando buscaba meter hombro para no perder el tren y debía sacar por un momento el pie del pedal. Fatal combinación cuando el viento entra de costado a más de 40 km/h. Perdió rueda y metros de la nada. Su cara rápidamente mostró la resignación propia de quien sabe mucho de esto, y se da cuenta que acababa de suceder su nunca más en la etapa. Faltaban 9 kilómetros.
El resto fue de un suspenso aparente porque “se sabia” que nadie podría con la formación belga. Pero también casi de infarto porque la precisión quirúrgica con que el equipo movió sus piezas hizo que lo fácil pareciera difícil. El luxemburgués Bob Jungels tirando del grupo tanto como su talento de contrarrelojista le permitían se encargó de que a nadie se le ocurriese la peregrina idea de atacar a esa locomotora que devoraba metros como si fueran centímetros. Últimos instantes y el previsible arranque de alguien se concretó en las piernas del australiano Nathan Haas (Dimension Data). A su salto se sucedió el contra salto del Maxi Richeze, que tomó rueda y con rápido vistazo hacia su izquierda controló que Fernando estuviera allí. Nada que hacer para los demás, el genio de Richeze le entregó el pase gol al colombiano que remató de manera extraordinaria. Lo dicho, final de infarto controlado.
https://www.youtube.com/watch?v=FDmkvVRIsRU
Todo el mundo habla de Nairo desde hace tiempo, cuando anunció su intento de doblete Giro-Tour. Toda Colombia comenzó a hablar, además, de Fernando Gaviria desde hace un par de meses cuando se confirmó que sería el hombre del Quick Step para los finales al sprint. Lo que seguramente nadie imaginó -nos incluimos- es que tal vez un colombiano le entregará la maglia rossa a otro connacional. Y eso, perfectamente, puede suceder el martes cuando tras el lunes de descanso llegue el primer final en alto del Giro del Centenario. Será en el monte Etna, nos imaginamos a Nairo explotando como un volcán.
Sergio González Ramos
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