En la contrarreloj final pudo dar vuelta la historia.

Hay una concepción humana del tiempo que cuando se mezcla con las emociones nos hace recordar primeramente lo que más nos ha llegado al corazón, sea esto agradable o no. Las emociones nos dominan, y este Giro del Centenario ha estado repleto de ellas.

Por eso es que, desde este lugar, ordenando esas emociones para poder rescatar lo más destacado de tres intensas semanas, es necesario que recapitulemos.

Escribíamos antes del primer día de carrera que Nairo Quintana llegaba como el gran candidato a ganar la edición centenaria. El mismo se lo autoimpuso allá por enero al declarar que “intentaría el doblete Giro y Tour”. Si se lo propuso y lo dijo es porque pensaba que era posible. Marco Pantani en 1.998 fue el último en hacerlo, y Alberto Contador el más próximo en no haber logrado la proeza.

Tras la candidatura de Nairo, que ratificamos cuando capturó por primera vez el rosa, ubicábamos por orden de posibilidades a Vicenzo Níbali y Thibaut Pinot. Tom Domoulin estaba entre los posibles candidatos al podio, pero en honor a la verdad no nos imaginábamos el último día con él en la cima.

 

 

 

 

Las carreras terminan poniendo a cada uno en su lugar. Esta siempre vigente y repetida frase dice una verdad contundente. El Giro del Centenario se encargó de demostrarlo una vez más. Con los números finales a la vista es oportuno mirar por sobre ellos y sacar algunas conclusiones:

Tom Domoulin fue mucho más que sus rivales. De no haber tenido su inconveniente gástrico en la gran etapa del Mortirolo y otros colosos, habría llegado hoy a Milano mirando a los demás desde una ubicación inalcanzable. Pudo haber ganado esta carrera por más de tres minutos, una enormidad a este nivel. Demostró un estado de forma excepcional, mérito compartido con sus entrenadores del Sunweb y la realidad también indica que el Giro lo coloca como el gran rival de Nairo para los próximos años. Veintisiete el de Tunja, veintiséis el de Maastricht.  Es la dupla de la próxima década.

También nos damos cuenta que Nairo no llegó a este Giro con el punto de forma necesario como para volcar la carrera a su favor. Estando en el máximo de sus posibilidades, Nairo es más de lo que vimos. No tenemos dudas de eso, y también queda demostrado -otra vez- que en el ciclismo actual los cuerpos de los corredores son preparados con tarto arte y tecnología de medición y análisis, que de antemano los equipos conocen la verdadera forma de sus hombres. Lo que no se puede medir es la capacidad psíquica de cada corredor ante la innumerable cantidad de situaciones que plantea una carrera de tres semanas. En lenguaje normal esto se llama coraje, y a Nairo esto le sobró. Comparemos sus dos cronos para darnos cuenta que hoy dio más de lo que tenía; la realidad indicaba que además de la maglia rossa también era factible que perdiera el segundo lugar y hasta el podio. Sin embargo, puso todo para ceder solo ante lo inevitable. Sintetizando: a Nairo lo acompaño a la perfección su equipo (el Movistar hoy por hoy es descomunal), le faltó fineza de forma y le sobraron atributos masculinos.

 

 

 

 

Por su parte Vicenzo Níbali estuvo a la altura de sus antecedentes, firmando una gran tercera semana. Talento, sabiduría para llegar a su mejor punto cuando era necesario, e inteligencia para extraer de sí lo mejor en cada momento. En los últimos años de su trayectoria sigue vigente. El Tiburón no tiene ni tendrá las condiciones excepcionales de Nairo, Froome o Alberto Contador, pero ha ganado las tres grandes vueltas. Y sigue estando ahí, listo para devorar al que flaquee. Con un equipo menos novel y más fuerte todavía puede escribir páginas de alto nivel.

 

 

 

 

Recapitulemos dijimos al principio, hagámoslo entonces: la primera semana ese tren que en el llano es el Quick Step demostró todo lo que se puede demostrar de un equipo conformado para ganar etapas al sprint. Controló y ganó todo elevando al cielo a la nueva estrella mundial llamada Fernando Gaviria Rendón. Y no solo eso, otro de sus jóvenes, el luxemburgués Bob Jungels estuvo vestido de rosa. Y ganó la clasificación de los jóvenes. Ya sin Tom Boonen el Quick Step se aseguró la herencia, Fernando Gaviria no tiene límites a sus veintidós años.  Su debut en una gran vuelta ganando cuatro etapas y consiguiendo la maglia color ciclamino es histórico. Por si fuera poco, el argentino Maxi Richeze confirmó que es el mejor lanzador del mundo. Nadie llega por casualidad al Quick Step, y él está allí.

 

 

 

 

La segunda semana de la carrera puso sobre el tapete un anticipo de lo que terminó marcando a la carrera. La contrarreloj luego del día de descanso demostró que el Giro del Centenario daba opciones, tal vez las mejores, a quienes vuelan en esos días de solitaria lucha. Tom Domoulin emergió como un sólido y lógico líder de esta edición del Giro de Italia que, con aviso, se definió fuera de los parámetros de épica lucha en la montaña a que nos tiene acostumbrados. Ya había pasado esto en 2.012 cuando Ryder Hesjedal venció a Purito Rodríguez en el crono del último día. Volvió a pasar. Tom Domoulin supo verlo al planificar su temporada y se preparó en consecuencia. Merecido lo tiene.

 

 Sergio González Ramos

sgramos@outlook.com.ar

 

 

Giro de Italia 2017 – Clasificación general

  1. Tom Dumoulin (Sunweb/HOL) 90.34.54
  2. Nairo Quintana (Movistar/COL) 0.31
  3. Vincenzo Nibali (Bahrain/ITA) 0.40
  4. Thibaut Pinot (FDJ/FRA) 1.17
  5. Ilnur Zakarin (Katusha/RUS) 1.56
  6. Domenico Pozzovivo (Ag2r/ITA) 3.11
  7. Bauke Mollema (Trek/HOL) 3.41
  8. Bob Jungels (Quick Step/LUX) 7.04
  9. Adam Yates (Orica/GBR) 8.10
  10. Davide Formolo (Cannondale/ITA) 15.17
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