
El excampeón del Tour que con su bicicleta salvó a cientos de judíos de morir a manos de los Nazis
El fallecido ciclista italiano Gino Bartali (18 de julio de 1914 – 5 de mayo de 2000) perteneció a una red clandestina que se encargó de salvar a centenares de judíos de la barbarie Nazi que azotó a Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
Gino Bartali nació en Ponte a Ema-Florencia (región de la Toscana) el mismo año que comenzó la Primera Guerra Mundial: 1914. Como si estuviera destinado a vivir en medio del conflicto, este campeón de vieja usanza protagonizó uno de los actos humanitarios más peligrosos en la Italia Fascista de Benito Mussolini. El corredor hizo parte de una red clandestina que se encargaba de fabricar documentos de identidad falsos para ayudar a escapar a centenares de judíos italianos de los campos de concentración Nazi.
Este era el hombre que se convirtió en un ‘ángel’ para los judíos
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Bartali, conocido popularmente como el ‘héroe de hierro’, era un tipo humilde y de buen corazón que tras ganar su primer Giro de Italia en 1936 quiso abandonar el ciclismo prematuramente después de la muerte de su hermano Giulio Bartali, de tan solo 20 años, quien falleció al ser atropellado en plena carrera por un Fiat Balilla.
Aquel hombre de fe católica que en el 36 se había enfundado el maillot de líder de la ‘corsa’ acababa de perder a su hermanito, estaba sumido en la tristeza absoluta y no quería saber nada más de las bicicletas. Sin embargo, sus parientes más cercanos lo motivaron a seguir su carrera y a dedicar con un homenaje póstumo todos sus triunfos a Giulio.
Bartali siguió conquistando las pruebas más duras del ciclismo ‘rudimentario’ de los años 30 volviendo a ganar el Giro en 1937 y obteniendo su primera victoria en el Tour de France un año después, en 1938.
En ese momento la Italia Fascista de Benito Mussolini se preparaba para la guerra y la victoria de Gino en el Tour francés fue utilizada por el dictador para sacar propaganda del régimen. Según explicó el hijo de Bartali algunos años después, Mussolini creía que si un italiano terminaba triunfante el Tour eso mostraría que los italianos pertenecían a una raza superior.
Postal tomada en julio de 1938, el año en que se ganó el respeto del tirano
«La victoria de mi padre se convirtió en un asunto de orgullo nacional y de prestigio del Fascismo, por eso estuvo bajo una enorme presión», reveló Andrea Bartali en su momento.
Fue justamente por esa victoria que el dictador Mussolini, responsable de cientos de muertes durante el periodo más álgido de la guerra, mandó a llamar a su sede de gobierno a Bartali para que le rindiera honores y le dedicara el triunfo obtenido en las carreteras francesas. Sin embargo, el ciclista no atendió el llamado de ‘Il Duce’ (el Líder) y siguió concentrado en sus asuntos deportivos.
Pese a que el corredor gozaba de una posición privilegiada y era considerado por el régimen como un ciudadano ejemplar por su talento en las competencias internacionales, por otro lado sus compatriotas se enfrentaban a la persecución más sangrienta y desalmada jamás vista en la historia de la humanidad.
En 1938, el mismo año en que Italia ganó el Tour, Mussolini promulgó una ley racial que prohibía a los judíos italianos participar del comercio, la política, recibir educación y acceder a la salud. Esta radical medida incluía la persecución a la población judía, la deportación e incluso la muerte.
Durante 1940 a 1946 las carreras de ciclismo se cancelaron
El miedo se apoderó de toda Europa y las competencias profesionales de ciclismo fueron suspendidas mientras no cesaran las confrontaciones entre los Aliados y las potencias del Eje.
Muchos judíos inocentes estaban siendo asesinados, enviados a campos de concentración Nazi y deportados por tropas alemanas que hacían presencia en el país transalpino. En ese momento la preocupación del arzobispo Elia Dalla Costa, cardenal de Florencia, era tan grande que pensó en una salida. El religioso recordó que al dictador Mussolini le agradaban las competencias de ciclismo y que guardaba cierta admiración y respeto por Gino Bartali.
Fue por eso que mandó a llamar al campeón del Giro y el Tour y le hizo un ofrecimiento para que participara en una red secreta que buscaba proteger y ayudar a escapar con vida a cientos de judíos italianos que estaban bajo la amenaza Nazi.
Elia Dalla Costa le explicó Bartali que nadie dudaría de él porque al contar con la admiración del régimen sería muy difícil que alguien sospechara que trabajaba clandestinamente para una red ilegal que ayudaba a los judíos a migrar a otros países.
El héroe de corazón gigante que siempre estuvo en peligro de muerte

El plan humanitario del arzobispo Elia Dalla Costa contaba con el apoyo del Vaticano en cabeza del Papa Pío XII. Imagen: Silvio Durante / LAPRESS
El corredor sabía que aceptar la propuesta era arriesgado y que si se dejaba ‘pescar’ por los alemanes sería fusilado, pero aún así terminó obedeciendo a su sentido altruista y jugándose la vida para ayudar a centenares de perseguidos que lo necesitaban.
La función de Bartali consistía básicamente en servir de ‘correo’ para transportar documentos falsos de una región a otra. El corredor rodaba con su bicicleta por Toscana mientras llevaba escondidos en el tubo de su manillar las fotos y papeles que servían de insumo para fabricar los pasaportes ilegales. Bartali era muy conocido y por ello evadía fácilmente los retenes militares cuando se movilizaba por las zonas custodiadas por el régimen fascista. En algunas ocasiones era detenido e indagado por su presencia en el lugar y él solo respondía que se estaba entrenando para cuando las grandes vueltas volvieran después de la guerra.
Una pieza que esconde una valiosa historia de amor

El Museo del ciclismo Madonna del Ghisallo guarda en sus instalaciones la máquina del hombre que arriesgo su vida para salvar a sus compatriotas amenazados. Imagen: ALAMY
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Nadie sospechaba de él. Nadie imaginaba que el ganador del Giro de Italia y el Tour de France era el cerebro de una operación encargada de salvar cientos de vidas que pudieron haber quedado exterminadas en un campo de concentración Nazi.
El ‘correo’ Bartali llevaba los documentos hasta un taller de imprenta que estaba escondido en el sótano de una casa cercana a un convento cristiano de Toscana. Allí dejaba las fotos y los papeles, recibía los pasaportes listos y los volvía a esconder en su bicicleta para entregárselos a los judíos de vuelta.
El sonido de las máquinas que realizaban el proceso de expedición de los salvoconductos era tan fuerte que hasta las monjas clarisas se veían obligadas a cantar sus coros cristianos para atenuar con su voz cualquier sonido sospechosos que pudiera poner al descubierto la red clandestina liderada por Bartali y la iglesia.
Con esta arriesgada estrategia el ciclista logró salvar a alrededor de 800 judíos quienes gracias a los pasaportes falsos escaparon con vida de la barbarie Fascista y Nazista impulsada por Mussolini y Hitler.
El italiano recibe las flores que lo acreditan como el ganador
Después de varios años de enfrentamientos la guerra cesó y Europa comenzó su proceso de estabilización. Sin embargo, Gino no había completado su misión humanitaria. El 14 de julio de 1948, en los años de las postguerra, el deportista recibió una llamada durante su participación en el Tour de France de esa temporada. Al otro lado de la línea estaba el Primer Ministro de Italia Alcide De Gasperi, quien se comunicó urgentemente con Bartali para contarle que un estudiante de leyes había asesinado con un disparo a Palmiro Togliatti, jefe del partido comunista y que ese atentado había creado una gravísima crisis política que podría desencadenar una guerra civil.
El primer ministro era consciente de que la única manera de frenar el desorden violento era uniendo al país a través de una nueva victoria deportiva de Gino Bartali en el Tour de France. Sin embargo, las posibilidades del corredor eran difíciles porque estaba muy alejado del podio y tenía diferencias muy amplias respecto a los líderes.
Ante la dura situación de Italia, la petición que le hizo De Gasperi al ciclista fue solo una:
– ¿Puedes hacerme un favor? Necesito que ganes el Tour.
Y así fue. A Bartali no se le olvidó como se ganaba el Tour y sacó la casta para enfundarse el maillot de campeón en el 48. Su victoria logró atenuar el conflicto al interior de su nación y hay algunos que dicen que además de salvar a los judíos, Gino Bartali logró evitar una guerra civil.
Aviso sobre derechos de autor y propiedad intelectual: las imágenes que acompañan el articulo no son propiedad de MundoBici. Cada una de las fotografías especifica el lugar del cual fueron tomadas / La imagen de cabezote es cortesía de © LaPresse / La información correspondiente a la conversación de Gino Bartali con Alcide De Gasperi en donde le pide que gane el Tour toma como referencia al Diario El País de España quien previamente había recogido dicha petición.