
Una mujer en bicicleta enamora
Por: Ana María Rendón Toro
Un día escuché a alguien decir que la seguridad de una ciudad se podía ver por el número de mujeres que transita en bicicleta por sus calles. Y es que si ya es difícil para un ciclista urbano transitar por la ciudad, imagínense lo que significa para una mujer.
Hace seis años inicié mi vida de ciclista por las calles de una ciudad (Medellín) que apenas le daba la bienvenida a sus primeros kilómetros de ciclo ruta (actualmente cuenta con 23 kilómetros de un plan que contempla concretar 80 kilómetros de vías exclusivas para las bicicletas en 2019**). Su primer día sin carro fue todo un reto personal al desconocer las reglas básicas para transitar por la ciudad, y no contar con habilidad para transportarme en bicicleta.
Cada día era un desafío, como quien se enfrenta a una selva sin saber qué peligros va a encontrar en el camino, pero que aun así, no le importa y sigue avanzando. De a poco fui adquiriendo destreza para transitar con facilidad entre los carros, creé nuevas rutas en las que no tuviera que encontrarme con más vehículos y aprendí lo más difícil: cruzar una glorieta sin tener que bajarme de la bicicleta. Cada logro era motivo de satisfacción para mí y aun hoy en día lo sigue siendo.
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En este post no podía dejar de hablar de Maria Antonia, una linda bicicleta paletera color magenta que me regalé para mi cumpleaños días después que decidí que lo mío era ser ciclista urbana. Bajo la mirada atónita de mi madre, quien guardaba la esperanza que yo dejara la bicicleta y volviera a transportarme en servicio público como cualquier mujer “normal”, comencé a rodar todos los días en Maria Antonia para ir al trabajo, a la universidad, al centro comercial y a cualquier lugar donde ella pudiera llevarme, hasta que sin darme cuenta ella se volvió en una extensión de mi ser.
Con Maria Antonia hemos recorrido la ciudad de norte a sur, estado en lugares desconocidos y me ha llevado a conocer nuevos amigos, también nos han dado madrazos, nos han atropellado y nos hemos levantado después de haber caído.
Y es que al encontrarme con otras chicas en bici me llena de alegría. El ver cómo adornan la ciudad con su estilo y cómo la ciudad se siente más segura. Y mi convicción siempre será la misma: una mujer en bicicleta enamora y pedalear es la forma como todas las mujeres nos conectamos con una ciudad y nos apoderamos de sus calles.
***Fuente El Colombiano