
Mujeres Todoterreno: La caída
El ansiado día llegó después de dormir por fin, por lo menos 6 horas seguidas. A pesar de que la diferencia horaria con Colombia es de solo 2 horas, se siente mucho después de un largo viaje, pero la emoción supera cualquier cansancio y eso aplica para todas las mujeres LIV.
A las siete de la mañana nos encontramos para desayunar. La mesa estaba llena de preparaciones pensadas para darnos energía, todo delicioso y abundante. Al finalizar, dos chicas que trabajan para la marca nos hablaron con el corazón en la mano de sus experiencias y el amor que sienten por este deporte. Mujeres aguerridas y fuertes de espíritu que han pasado por momentos duros y tragedias personales que las han hecho pensar que no hay nada que pueda detenerlas, si en la vida pueden, en la bici más.
Después del desayuno fuimos a la sala de presentaciones para conocer detalles de la nueva colección de LIV. La primera referencia, Pique Advance 2, es, además de los detalles técnicos, una hermosura de bicicleta: liviana, pero robusta, perfecta para terrenos complejos, tanto en subidas, como en descensos. Yo podría describirla con un solo adjetivo: confiable. Durante la presentación conocimos los detalles de esta bici, así como las recomendaciones de uso para el trail que realizaríamos horas más tarde. Dos entrenadoras estuvieron a cargo de los grupos. La energía de estas mujeres es impresionante, son una mezcla entre fortaleza y carisma que al igual que la bicicleta, nos llenaron de confianza. Después subimos a una terraza donde estaban dispuestas todas las bicis marcadas con nuestros nombres y un grupo de tres mecánicos expertos que las acondicionaron según nuestra fisionomía y nos explicaron el funcionamiento de los frenos, cambios, suspensión, etc. Una mesa llena de barras energizantes, electrolitos, agua, y toda clase de geles y productos para el recorrido, estaba dispuesta para nosotras.
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A las diez de la mañana ya estábamos listas para emprender la aventura. Una mujer con las mismas características de las entrenadoras, era la guía y conductora de la van en la que nos desplazamos hacia el Chuckwagon Trail, Lugar elegido para la primera ruta.
El paisaje: alucinante. No hay mucho más que decir, no hay palabras, fotos o vídeos que puedan describir la sensación de estar en ese lugar en donde la vida se abre paso entre terrenos insospechados, un paisaje delicado y violento al mismo tiempo, así como las mujeres que estábamos desafiando el terreno con nuestras bicis poderosas y una determinación aún mayor.
Mi falta de nivel se hizo evidente, pero estaba montada en una señora máquina que prácticamente corría sola. Nunca me había sentido mejor en una bici de montaña. Las entrenadoras antes de empezar nos habían dado algunos tips importantes que nos ayudarían a manejarla mejor y hacerla parte de nuestro cuerpo. Sin embargo, a mitad de camino, mi terquedad salió a flote: sabía que era una ruta técnica y que no debía hacer nada para lo que no me sintiera preparada, pero, ¿acaso uno está preparado para la vida misma? Me arriesgué, lo logré, volví hacerlo y me caí. El golpe fue duro, pero no lo sentí tanto por la adrenalina y las ganas de continuar. Tenía a mi lado a una chica de LIV, Erin, ella fue mi ángel guardián, me explicaba cómo hacer cada paso peligroso y yo la seguí, hizo que lo lograra gracias a su paciencia, su ánimo y su dulzura. Ella se sorprendió al ver la determinación con la que continué a pesar de dos caídas violentas que me habían dejado las manos un poco adoloridas y una pierna bastante golpeada.
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La solidaridad de estas mujeres fue determinante para mí. Me mostraron orgullosas sus heridas de guerra y recordaron las veces que al empezar se cayeron y hoy, soy unas re duras y viven por y para montar en bicicleta.
No sé si algún día podré ser como ellas, pero sí sé que las ganas me sobran, más después de estar en este lugar, montada en esta bici y con estas mujeres.