
Bruce Bursford: Record de velocidad en bicicleta
Como seres humanos siempre estamos en búsqueda de nuevos retos y de llevar los límites un paso más allá. En el ciclismo este comportamiento es más marcado y es por esto que cada día conocemos sobre nuevas hazañas realizadas sobre una bici. Este comportamiento natural de la raza humana fue el que llevó al inglés Bruce Bursford a diseñar y construir una bici que superara los 300 kilómetros por hora y lograr así el record de velocidad en bicicleta
La bicicleta que quería desarrollar Bruce, debía poder soportar fuerzas que ninguna otra bicicleta había soportado jamás. Fue por esto que en 1991 decidió aliarse con LOLA, un fabricante de carros de carrera de la época para incorporar en su diseño, materiales y conceptos de diseño como los utilizados en la fórmula 1. Para la construcción de la bicicleta se usó fibra de carbono en el marco, pues es bien sabido que esta es cuatro veces más resistente que el acero, lo que le daría estabilidad y rigidez cuando alcanzara altas velocidades. Las partes metálicas que llevaba la bicicleta fueron construidas en titanio para aligerar pesos y todos los rodamientos fueron fabricados en materiales cerámicos que reducirían en un 30% la fricción, permitiendo que toda la energía se transmitiera a las ruedas, que estaban construidad de Kevlar y rellenas de helio. Aunque puedan sonar materiales comunes hoy en día, en 1991 eran materiales de alta tecnología a los que solo tenían acceso las grandes compañías tecnológicas.
Luego de 4 años, miles de pruebas y más de 1 millón de libras esterlinas invertidas (3.800 millones de pesos) lograron construir la “Ultimate”, una bicicleta de 4,9 kg la cual poseía un plato delantero de 60 cms de diámetro y un piñón trasero de 50 dientes. Este monstruo de bicicleta podía avanzar 40 metros por cada pedalazo que Bruce le imprimiera a las bielas.
Para lograr mejorar el rendimiento sobre la bici y superar records, lee este artículo sobre el entrenamiento por series.
En 1995 ya la bicicleta estaba lista para romper records y Bruce se había estado preparando no solo físicamente sino también mentalmente con uno de los más famosos ilusionistas de la época: Uri Geller, quien lo entrenaría para poder soportar el esfuerzo que debía desarrollar y lo animaría y apoyaría durante todo el proceso.
El record a batir era el del holandés Fred Rompelberg, quien un año antes había superado los 268 km/h aprovechando el rebufo de un dragster de carrera en las planas salinas en Utah, Estados Unidos. Debido a todas las complicaciones que generaba tratar de batir el record a campo abierto, entre ellas por los factores climáticos y la resistencia del viento, Bruce decidió tratar de batir el record en un ambiente cerrado y controlado, sobre rodillos, en uno de los circuitos de automovilismo más reconocidos del reino unido, en el circuito de Brooklands.
Para poder lograr la hazaña, las circunstancias debían ser simuladas y por eso Bruce debió ser “remolcado” con el uso de un dispositivo que le permitió llegar a las 100 millas por hora (160 Km/h). Una vez alcanzó la velocidad establecida, fue “liberado” y comenzó la batalla por hacer que su velocímetro aumentara cada vez más. Al final todo duro no más de 30 explosivos segundos en los que el cuerpo de Bruce fue llevado a un límite nunca antes visto, logrando alcanzar la increíble velocidad de ¡334 Km/h!
Para los que les gusta conocer cifras más exactas, se dice (porque fue algo casi que a puerta cerrada) que las piernas de Bruce lograron unos impresionantes (aunque poco probable) 5.500 vatios de potencia que hicieron girar la rueda trasera a casi 14.000 revoluciones por minuto.
Una de las primeras declaraciones luego de haber realizado la hazaña, fue que, más que un gran físico para alcanzar la velocidad, se requería de una increíble fuerza mental, que la había adquirido gracias a Geller, por lo que le regaló la Ultimate en forma de agradecimiento y la cual exhibió orgullosamente en su flamante mansión. La cual unos años después sería donada al Brooklands Museum.
Bruce Bursford murió en febrero de 2010 a los 42 años haciendo lo que más disfrutaba. En el momento de su muerte, Bruce se encontraba entrenando para batir el record de velocidad que él mismo había impuesto. Durante el entrenamiento chocó con una camioneta que iba delante de él que paró repentinamente en un descuido del conductor que iba hablando por celular, acabando en el instante con la vida del inglés y de quien hoy sigue siendo uno de los hombres más rápidos sobre una bicicleta.